4. Felipe II, conde de Flandes y rey de España (1555-58)
El 12 de abril de 1555 muere la reina Juana I de Castilla, «la Loca», en Tordesillas. Su hijo Carlos V es ya rey legítimo y único de España, tras haber encontrado la poco ortodoxa fórmula de «Doña Juana e Don Carlos, su hijo, por la gracia de Dios reyes de Castilla, de León, de Aragón...», fórmula aceptada por unas tierras que necesitaban mantener una dinastía que garantizara su unidad.
Pese a que ningún autor ha destacado este hecho lo suficiente, creo que éste era el motivo por el que el envejecido Emperador pudo, ya por fin, renunciar a todos sus reinos en beneficio de su hijo Felipe sin menospreciar a su madre doña Juana.
4.1. Abdicación de Carlos V en Bruselas
El 22 de octubre de 1555 Carlos V renuncia al maestrazgo de la orden del Toisón de Oro y su lugar es ocupado por Felipe, recién llegado de Inglaterra. Pocos días después, el 25 de octubre, tuvo lugar la abdicación de los Países Bajos en el Palacio de los Duques de Brabante en Bruselas ante los Estados Generales de las Diecisiete Provincias de los Países Bajos.
Carlos V se presentó en la asamblea apoyado en Guillermo de Orange-Nassau (1533-1584), caballero del Toisón y el noble más poderoso de los Países Bajos. Aún faltaba una década para que el que se conocería como «el Taciturno» organizara la rebelión contra Felipe II. En torno suyo, el resto de los caballeros, generales, consejeros, el príncipe Felipe, Leonor de Francia y Margarita de Austria, gobernadora de los Países Bajos. El acto lo abrió el consejero Manuel Filiberto de Saboya, hablando a continuación Carlos V. La contestación al Emperador la hizo en francés Antoine Perrenot de Granvela, obispo de Arras, tras una sentida disculpa de Felipe por no dominar mejor el idioma del país.
En un acto mucho más íntimo, el Emperador abdicaría el 16 de enero de 1556 en su hijo sus reinos de Castilla, Aragón, Nápoles, Sicilia y las Indias, así como de los maestrazgos de las tres órdenes militares españolas [91].
A continuación, se celebraron las fiestas del XXII Capítulo del Toisón de Oro, celebradas en Amberes entre el 19 y el 30 de enero de 1556 y presididas ya por el nuevo rey Felipe II, gran maestre de la Orden [92]. Los ejemplos artísticos que aluden a la relación sucesoria entre ambas figuras incluyeron varias medallas conmemorativas de Leone Leoni con la doble imagen de Carlos y Felipe.
[92] Recordemos que el origen de la orden del Toisón de Oro se remonta a 1429, cuando Felipe el Bueno, duque de Borgoña, decidió rescatar el espíritu caballeresco de las cruzadas para reintentar conquistar Jerusalén. En esa época, la Orden estaba principalmente asociada a los Estados de los Países Bajos, cuyo blasón (un león rampante negro sobre campo de oro) se suponía se había conseguido precisamente en el monte Sinaí a finales del siglo XII, a través de Felipe de Alsacia.
Uno de los arcos triunfales donde actuaba un tableaux vivant local incluía la siguiente inscripción: «Viva el rey, bendecido por el Señor Dios de Israel, que se sienta hoy en mi trono, como en otro tiempo David al hacerse mayor quiso hacer con su hijo». Se realizaron dos representaciones muy similares a las que hemos visto en el felicísimo viaje: una con el rey en el trono, rodeado por los símbolos de poder, y la otra con el rey en la cama aconsejando a su joven hijo [93].
4.2. Felipe de la Torre y la educación salomónica de un rey cristiano
La Institucion de un rey christiano, del erasmista Felipe de la Torre, dedicada a Felipe II cuando éste subió al trono y fechada el 8 de septiembre de 1556, está muy influida según José Luis Gonzalo por el impacto causado por la abdicación de Carlos V, al que Torre alude en esta obra, y que «reforzaba, entre los cenáculos cortesanos, las imágenes davídicas y salomónicas de ambos soberanos» [94].
Torre encuentra la metáfora del templo en el discurso que David pronunció en Jerusalén ante su hijo Salomón, cuando le cedió el cetro de Israel, a semejanza del que hizo Carlos V en Bruselas. Aquél discurso se basaba exclusivamente en la promesa de la construcción del templo. Para Torre la idea de la reconstrucción del templo jerosolimitano pasaba por la restauración de la unidad de la cristiandad [95]. El pueblo sería como un «vivo Templo de Dios». Carlos V, pese a sus esfuerzos, no la había conseguido, pero ahora podía conseguirlo su hijo.
«No vuo [hubo] jamas Rey mas dichoso que Dauid, ni más victorioso: con todo esto sus criados desseauan que Dios hiziesse à Salomon su hijo y sucessor, más mercedes que à el, lo qual David oia, y delante d'el sin enojarse por ello, dezian: Bendiga Dios à Salomon tu hijo mas que à ti, y augmente su Real silla, mas que la tuya. Sea pues á mi licito agora para poder mejor exhortar à V.M. à que gouierne su pueblo en justicia, paz, y temor de Dios, aplicar la comparacion de Dauid, y Salomon su hijo y heredero, à la magestad d'el Emperador nuestro Señor, y à V.M. que es su hijo y heredero. La Magestad d'el Emperador como vn segundo Dauid, ha en sus dias emprendido grandes guerras, dado grandes batallas, y mantenido grandes exercitos, à titulo de servir à Dios, y reprimir los Philisteos y enemigos de la yglesia. Ha puesto allende d'esto muy grande diligencia, por cobrar el Arca d'el Testamento, y edificar à Dios su templo. Y finalmente en sus días ha resignado en V.M. el imperio y mando de todos sus reynos, como tambien David en Salomon. Resta pues tambien agora que V.M. como otro segundo Salomon, edifique à Dios con mucha paz el templo que à nuestro Señor no plugo que el Emperador su padre lo edificasse, como tampoco à David se lo permitió, aunque lo procuraron ellos quanto pudieron, cada vno en su tiempo. Que será, si da V.M. orden como el pueblo (que es viuo templo de Dios) sea instituido en el conocimiento de su criador: si le prouée de tales Pastores como auemos dicho» [96].
[95] H. Kamen (Enigma, pág. 120) hace una lectura apresurada del texto, para afirmar algo que podemos ver que no es cierta en absoluto: «Cuando el español Felipe de la Torre publicó en 1556, en Amberes, una obra que dedicó al nuevo rey de España, comparó a Felipe con Salomón exclusivamente por su condición de heredero de la labor del emperador como artífice de la paz entre los cristianos». Y todo para intentar señalar que no había españoles implicados en el salomonismo de El Escorial. Incluso si ello fuera cierto, que veremos que no lo es, no acabo de entender qué querría demostrar Kamen con ello. ¿Qué El Escorial se gestó en Castilla y nada de los Países Bajos pudo afectar a esa gestación?
[96] F. de la Torre, Institución, págs. 93 y 94v. Los textos están sacados del «Cap. X. D'el oficio d'el Rey para con el pueblo» (págs. 84 y ss.). El autor comienza señalando (pág. 88v), como otros erasmistas, la importancia de un Consejo de Sabios que ayude al rey: «Dize Salomon: [Pro.II & Sap.6] donde no ay Gouernador, el pueblo será arruinado; y donde ay mucho consejo, estará la salud d'el pueblo. El Rey [Ecclesiast. 10] loco desolará su reyno, pero por la prudencia de sus sabios se habitará [...]». Las citas de los márgenes refieren a Reg.I.2, 3.Reg.I, I.Paralip.23 & 3.Regum.I, 2.Regum 7 & 1.Paral.17 & 28 y 1.Cor.6 & 2.Cor.6.
Torre exhorta a Felipe II a ayudar a convocar un Concilio [97]. Esta propuesta se vuelve a imbricar en la idea de la reconstrucción del Templo y el paralelismo del discurso de abdicación de Carlos V en Felipe II con el de David en Salomón [98]. Así, ésta es la idea o traza que propone Torre al rey para edificar el nuevo templo espiritual, de la misma forma que Salomón construyó el material:
«Quando V.M. pues vuiére puesto tal diligencia, que la yglesia de Dios (si no vniuersalmente, à lo menos es sus prouincias, y con los medios y autoridad d'el sumo Ponticipe que arriua diximos) sea reformada, entonces se cumplirá lo que en el texto de la Sagrada Escritura se dize de Salomon, despues que vuiesse edificado el material templo de Dios. Yo haré que todos tus enemigos al derredor, cessen: yo seré tu padre, y tu serás mi hijo: y te estableceré en tus reynos para siempre. Si perseuerare V.M. en cumplir sus mandamientos, se cumplirá tambien en su pueblo lo que en otra parte la Escritura Sagrada dize: Israel y Iuda (que son los cristianos) habitarán con grande seguridad cada vno en su viña, y debaxo de sus arboles. Lo qual todo el tiempo que viuió se cumplió. Lo que vimo también por exemplos de otros reyes en el capitulo segundo, y principalmente en el Rey Iosaphat, aquien Dios prosperó y dió paz en sus reynos muchos años, por el cuydado que tuuo de la institución de la yglesia, y pueblo de Dios. Propuesto he à V.M. una traça para la edificacion d'el templo Espiritual que ha de edificar à Dios, assi como Salomon edifico el material» [99].
Finalmente, y si todos sus consejos se cumpliesen, podrían alegrarse por el «sabio y prudente» Felipe II como se alegró el rey Hiram de Tiro y la Reina de Saba de la sabiduría de Salomón y del levantamiento del Templo [100].
[98] Ibídem, págs. 95v y 96: «D'esta manera V.M. edificará el Templo de Dios, repararle ha, restituyrá à su pueblo el Arca d’el Testamento, que es la verdadera religión, y instituciones que la yglesia antiguamente tenia, y dará à los otros Reyes forma para hazer otro tanto en sus reynos, y à sus vassallos exemplo para reformar cada vno su casa y vida. Para hazer esta obra y espiritual edificio, no le faltan à V.M. (como en la [I.Paralip.22] platica de la resignacion David dezia à Salomon, la qual toda conuiene con la que el Emperador nuestro Señor hizo à V.M. en su resignacion) no le faltan pues artifices, obreros, albañiles [...]». Estos «artífices» serán para Torre los obispos, predicadores y demás miembros de la iglesia, herederos de los apóstoles y los profetas. La «piedra angular» de este edificio es, naturalmente, Jesús. Tras el inicio de la reforma de la Iglesia y la colocación de sus cimientos, igual que pasó con Salomón, los enemigos de Felipe II cesarán sus hostilidades, afianzándose el gobierno de su dinastía en sus reinos. Torre (pág. 100v) también compara a David con Carlos V, ya que ambos pudieron matar a sus enemigos Saúl y Francisco I no lo hicieron, y ambos fueron guerreros contra su inclinación y voluntad.
[99] Ibídem, págs. 99v y 100. Las citas de los márgenes son de I.Paralipom.22, I.Paralip.28, 3.Re.4 y 2.Paralip.17.
[100] Ibídem, págs. 126 y 126v: «Entonces con muy grande alegria haremos gracias al Señor (como el Rey [3.Reg.5] Hyran las hazia porque hauia dado à Dauid vn hijo tan sabio) diziendo: Alabado sea el Señor que ha dado al Emperador nuestro señor vn hijo, y à nosotros vn Rey tan sabio y prudente, que tiene entendimiento para gouernar la casa d'el Señor, y la suya, que son la yglesia y sus reynos. Entonces dirán todos (lo que la [2.Paralip.9] Reyna Saba de Salomon): Dichosos son vuestros pueblos, vuestros vassallos y criados, que os assistirán, y seruirán, y obedecerán, y rograremos todos a Dios con David [Psal.19]. Señor da salud al Rey.»
4.3. Sebastián Fox Morcillo, otro espejo salomónico para Felipe II
El erudito y filósofo sevillano Fox Morcillo (ca. 1526-1559) nació en una próspera familia conversa de origen francés. Estudió humanidades, latín y griego en España y Lovaina, ciudad ésta última donde se movió dentro de los círculos del humanismo cristiano junto a Felipe de la Torre y Fadrique Furió Ceriol (1527-1592) [101]. Pasó en los Países Bajos el resto de su vida, dedicado a escribir sobre filosofía clásica. En mayo de 1556 sustituyó a Calvete como maestro de pajes de la Corte. Murió en un naufragio camino de la Península, desde donde había sido llamado por Felipe II para convertirse en maestro de su hijo don Carlos.
Fox Morcillo veía la historia y la filosofía como la manera en que el sabio humanista podía involucrarse en los asuntos públicos, como consejero y asesor de los que ejercen el poder. Felipe II encontró en sus escritos un modelo político renovado, acorde con las nuevas necesidades de la segunda mitad del siglo XVI, pero enraizado al mismo tiempo en el espíritu de la Institutio de Erasmo [102]. Escribió De Regni, Regisque institutione (Amberes, Gerad Spelmann, 1556), diálogo sobre los primeros años del reinado de Felipe II y la conversión de Inglaterra, y volvemos a encontrar otra vez la comparación con David y Salomón:
«AUR: [...] Efectivamente, desde David, Salomón y el resto de los mejores reyes, no hay nada más culto que la religión. De lo cual se entiende que ésta es la primera preocupación de un príncipe, que él mismo proteja sagradamente la religión y la establezca en su república. / LUC: ¡Cuán amplia y numerosa fue ahora la ocasión de la piedad de este padre de Felipe y Carlos dada a Aurelio, si no hubieras pensado que estos ejemplos debían ser presentados tan pronto! De hecho, podría mencionar cuánto trabajo ha puesto para resolver las controversias religiosas más turbulentas de nuestra época, cuánto ha logrado, cambiado y restaurado» (fol. G2r-v) [103].
[102] Ibídem, pág. 822.
[103] Cfr. J. L. Gonzalo, «Imagen salomónica», pág. 742. «AUR: [...] Quin a Davide, Salomone, caeterisque regibus optimis nihil religione magis cultum est. Ex quo intelligitur principi hoc esse in primis curae debere vi religionem ipse sanctissime tueatur, et in republica sua stabiliat. / LUC: Quam ampla, et pluchra dicendae huius Philippi, et Caroli patris pietatis occasio nunc dabatur Aureli, nisi tu haec cursim exempla proferenda putavisses. Posses enim commemorare, quam multum vierque laboris in componendis hisce nostrae aetatis longe turbulentissimae de religione controuersis posuerit, quam praeclare multa gesserit, mutarit, restituerit».
4.4. El primer maestro y confesor de Felipe le insta a imitar a Salomón
Todos estos símiles salomónicos tuvieron un éxito casi inmediato en el entorno del monarca. El cardenal Primado de Toledo y primer maestro y confesor de Felipe a sus seis años, el dominico extremeño Juan Martínez Silíceo (1477-1557), declarado antisemita y responsable del primer estatuto antijudío de «limpieza de sangre» en Castilla, lo que no es inconveniente para aconsejar al rey seguir una política económica de corte salomónico tras los últimos descubrimientos de minas de plata en Guadalcanal (Sevilla) y en América, en una carta a los Países Bajos el 22 de septiembre de 1556 [104]:
«Sacra Católica Magestad. Como antiguo criado y servidor de V. M., le quiero dar un parecer [...] quiera recoger todo este tesoro en este alcazar de Toledo, y hacer como por lo menos cuarenta ó cincuenta millones se pongan en él con muy buena guarda, lo cual podrá hacer V. M. en tiempo de dos ó tres años, á mas tardar, porque si supiese bien el valor de los tesoros descubiertos en esta su España, tiénese por cierto que á poner mucha diligencia y aua con mediana para los sacar, en un año se cogerian mas de veinte millones, porque hay muchas minas que se tienen por tan ricas como es la de Guadalcanal, en la cual quieren decir que hay dia que se sacan della cien mil ducados de plata; y haciendo esto que tengo dicho, los Reyes y grandes Príncipes comarcanos, sabida esta potencia de dinero que Dios ha dado á V. M., amainarían y quebrárseles hian las alas, y no osarían atreverse á lo que al presente se atreven, mas antes enviarían embajadores á V. M. sabiendo esto, suplicándole quiera ser amigo dellos: Y tenga por cierto que si el Rey Salómon que reinó cuarenta años, se llamó Rey pacífico y en todo el tiempo de su reinado no se atrevió Rey comarcano ni otra potencia á le mover guerra, fue porque tuvo tan gran tesoro, que es la verdadera potencia humana, que todos los comarcanos reyes juntos, no tenian la cuarta parte de tesoros de los que el dicho Rey Salomon poseía.
Asi que haciendo V. M. lo arriba dicho, todo el mundo le obedecerá y ningun Rey se atreverá á querer competir con V. M., y si la Magestad del Emperador nuestro señor padre de V. M. dejó muchas deudas, paréceme que debría V. M. represar y detener á las personas á quien se deben, dándoles esperanza que serán pagados, y seguridad; y esto sin que corran cambios. [...] Muchas otras cosas tengo, represadas para comunicar con V. M. muy necesarias, y que aumentarán su potencia en tanta manera, que á lo que puedo alcanzar, será otro Salomon Rey pacífico por todos los tiempos que Dios le diere vida, si me creyere y pusiere por la obra lo que viere ser justo de lo que yo le hobiere comunicado. Nuestro señor la sacra católica persona de V. M. haga bienaventurada. Amen. De Toledo veinte y dos de setiembre de mil quinientos cincuenta y seis. Beso los reales pies y manos de V. M., su maestro y menor capellan -- Joannes Cardinalis» [105].
Lo que son las casualidades, este mismo argumento se usó en el clásico de la novela de aventuras «Las minas del rey Salomón» (1885), del escritor inglés Henry Rider Haggard (1856-1925). El protagonista encontró las legendarias minas siguiendo las indicaciones de un trozo de tela garabateado con sangre por un explorador portugués, que trató de comunicarse de esa forma con su rey Filipe, alentándole a llevar frailes para evangelizar África y convertirse en el rey más rico desde Salomón [106].
José Luis Gonzalo ya señaló que «la carta del prelado da a entender que su antiguo pupilo le había confesado su deseo de ser un nuevo Salomón» [107]. Esta carta, nada menos que del primer maestro y confesor de Felipe, me sirve para rechazar la afirmación de un estudio reciente de que «la palabra ‘Salomón’ no aparece en ningún lugar de la nutrida correspondencia del monarca», y de que «los españoles no mencionan el tema de Felipe II y Salomón hasta casi treinta años después» [108].
[105] Secretaría de Estado. Correspond. de Castilla, nº 113; cit. en T. González, Noticia histórica, vol. I, pág. 280-282.
[106] Recordemos que desde 1580 Felipe II reinaba también en Portugal gracias a su herencia materna y a las fuerzas del Duque de Alba. El relato transcribe íntegramente la carta del portugués: «Yo, José da Silvestra, que me estoy muriendo de hambre en una pequeña cueva donde no hay nieve, al lado norte del pico más al sur de las dos montañas que he llamado "los Senos de Saba", escribo esto en el año 1590, y lo escribo con una astilla de hueso, sobre un pedazo de mi ropa y con mi propia sangre por tinta; si mi esclavo da con esto cuando regrese y lo lleva a Delagoa, que mi amigo (nombre ilegible) lo haga del conocimiento del rey, para que pueda mandar un ejército que, si logra sobrevivir la travesía del desierto y las montañas y puede vencer a los bravos kukuanas y sus artes diabólicas, para lo que deberían traerse muchos frailes, lo harán el rey más rico desde Salomón […]». H. R. Haggard, Las minas del rey Salomón, págs. 28-29, Gaviota, León, 2001.
[107] J. L. Gonzalo, «Imagen salomónica», pág. 741.
[108] La primera frase está extraída de una entrevista de David Benedicte a H. Kamen (XL Semanal, pág. 53). La segunda es de H. Kamen, Enigma, pág. 121.
Retablo de la iglesia del convento toledano de las Oblatas de Oropesa (Juan Correa de Vivar, 1552); a la derecha «La presentación de María en el Templo». Entre los acompañantes de la Virgen, figura el propio príncipe Felipe. Correa era un artista ligado a la catedral de Toledo al servicio de Juan Martínez de Silíceo, maestro del retratado.
4.5. Nutrida correspondencia española al «otro Salomón»
No es la única carta de un español al rey donde se menciona el tema de Felipe II y Salomón antes de los treinta años que señala este estudioso. Yo al menos conozco cinco, incluyendo la del cardenal Silíceo:
a) Juan Páez de Castro (1512–70), humanista del círculo de erasmistas de Felipe de la Torre, aconsejó al joven Felipe II en ese mismo año de 1556 en Bruselas el crear una gran biblioteca, después de que Carlos V hubiera rechazado su propuesta remitiéndole a su hijo Felipe. En su «Memorial» informa a Felipe II sobre las principales bibliotecas de la historia, desde Moisés y Salomón hasta los egipcios, griegos y romanos, sobre su decoración y la utilidad de las bibliotecas para los príncipes y los pueblos. La decoración de la Sala Principal debía estar presidida, como no, por una pintura de Cristo enseñando en el Templo de Jerusalén [109].
b) Fray Julián de Tricio, cuarto prior del Monasterio (1575-82), se despide del rey en una carta de 11 noviembre de 1575 de la siguiente forma: «Dios dé a V. Majestad tan largos años y tan prósperos de vida, que pueda verlos y gozarlos muchos años para que como otro Salomón venza y exceda a todos los reyes que han precedido y sucederán a V. Majestad» [110].
c) Antonio Gracián Dantisco (1540-76), entonces secretario de Felipe II, escribió hacia 1575 un manuscrito con la «Declaración de las armas de St. Lorenço el Real» por orden de su señor Felipe. En él, tras comparar a los diáconos de Roma a los que pertenecía San Lorenzo con los sacerdotes del Templo de Salomón, utiliza los textos bíblicos sobre las riquezas del Templo de Salomón para señalar que estas eran en honor a Dios, que vivía realmente en el Templo, y no del propio rey. De esa manera, aprovechaba para defender las finanzas escurialenses:
«[...] y todo aquello que por su excellencia es vario y peregrino, aqui es tan ordinario (como dize la sagrada escrptura) que en tiempo de Salomon no era en su casa el cedro mas estimado, que si fuera sycomoro vil arbol y de poca quenta. No hai parte destas, que no se auantaje en ella a qualquiera de las que en sola aquella se auentajaua a todas [...] lo uno y lo otro junto aun esa menor de lo que realmente hai alli, y se les representa a todos los que lo veen, que dizen lo que la Reina Sabba dixo de la gloria de Salomon quando la vio, que sin duda era mucho mayor de lo que della se decia, puesto que la fama era grande» [111].
[110] Recogida por M. Modino, Priores, vol. II, pág. 228. Debo esta cita a José Luis Gonzalo.
[111] Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, ref. mss. &-II-1, fols. 12v y 31v-32. Cit. por J. Sáenz de Miera, Obra insigne, pág. 345.
Gracián señala la idea de que el hombre es el verdadero Templo de Dios, como dijo Jesucristo, subrayando una idea que veremos que habían adelantado Pole y Richardot en la década de 1550 y que ampliaremos más adelante, la de que no tiene sentido una reconstrucción física del Templo, ya que lo importante es la reconstrucción de la unidad de la cristiandad y el cuidado de la espiritualidad del hombre, verdadero Templo de Dios, «hecho à imagen y semejança y por la misma traça del glorios templo»:
«En este tiempo, como la iglesia crescia, y hauia muchas viudas y mugeres necessitadas, en cuyo seruicio ocupados los Apostoles y mayorales dela iglesia hazian falta en la doctrina espiritual, que era lo mas importante, como el hombre es el verdadero Templo de Dios vino hecho à imagen y semejança y por la misma traça del glorios templo que Dios dixo que le desharia y tornaria a hazer dentro de[l] tercer dia, que era su sancto cuerpo, acordaron à imitacion de los Leuitas que seruian en el templo material de Salomon (mientras fue de quenta) elegir siete varones que llamaron Leuitas, no por respecto del linage sino del officio, para que sirviessen a las viudas y personas necessitadas. Y por esta misma razon los llamaron Diaconos, que quiere dezir seruidores, porque su officio era seruir en las obras pias corporales, porque los Apostoles quedassen desocupados para lo espiritual y mas importante" [112].
d) Fray Luis de Estrada (ca. 1520-1581), que fue contratado por Felipe II para realizar un dictamen en la polémica con León de Castro para la oportuna aprobación papal de la Biblia Sacra (impresa por Plantino en Amberes entre 1568-1572), escribió una carta a su amigo Arias Montano fechada el 28 de julio de 1576 en la que le informa sobre su deseo de que el responsable de la Biblioteca del Monasterio proponga a Felipe II la idea de realizar una maqueta a escala del Templo para guardar en El Escorial, ya que no bastaban los grabados de la Biblia Sacra, y que sería el mayor espectáculo visto desde la época de Salomón:
«Y antes que de aquí pase, querría comunicar con Vm. una tentacion que he tenido grande; y es que Vm. suplicase a su Magestad que entre otras grandezas que manda hacer en San Lorenzo, hiciese en un aposento un modelo de la fabrica del Tabernáculo del Viejo Testamento, y otro del Templo de Salomón con el Pontifical del Sumo Sacerdote, porque no basta estanpa para dár á entender estas arquitecturas, toldos y tapicerias; y si Vm. ordenase unos modelos conforme á lo estanpado en la Biblia de su Magestad, seria la cosa más de vér que se hubiese hecho en el mundo desde Salomón acá» [113].
[113] Carta y Discurso del Maestro Fr. Luis de Estrada sobre la aprobación de la Biblia Regia y sus versiones; y juiçio de la que hizo del Nuevo Testamento Benito Arias Montano, en J. Rodríguez de Castro, Biblioteca Española, págs 649-660, con notas de Juan Antonio Pellicer y Saforcada; reeditada por Roberto Muñiz en 1794.
4.6. Las «Guerras» de Josefo en castellano dedicadas a Felipe II
Pero volvamos a los años 50. En la cúspide del ambiente bélico de la guerra con Francia se editó en 1557 en Amberes una nueva traducción al castellano de las «Guerras de los judíos», de Flavio Josefo, realizada por el valenciano Juan Martín Cordero sobre la versión latina de Erasmo.
Como veremos más adelante el libro incluye la mejor y más completa descripción del Templo de Jerusalén que Herodes construyó sobre las ruinas del de Salomón en la época de Jesucristo.
La novedad de esta publicación está tanto en su edición en castellano en los Países Bajos (sin duda por la problemática de traducirla en España, donde últimamente sólo se editaba en el griego original o en latín) [114], como en la dedicatoria.
El libro se editó con privilegio real y con una significativa dedicatoria en la portada a Felipe II, al que sólo se cita por su título de «rey de España, etc.». Dada su cercanía al rey, en el prólogo se permite señalarle a la Historia como maestra de cómo conservar sus reinos en paz, tranquilidad y prosperidad [115].
Huyendo de la persecución de los franceses, Juan Martín Cordero había entrado en 1553 en el círculo erasmista de Amberes junto a Plantino, Calvete, Fox Morcillo y Felipe de la Torre, donde disfrutó de la protección de Gonzalo Pérez y Granvela. En 1554 viajó a Inglaterra para asistir a la boda del príncipe Felipe con la reina María Tudor, donde consiguió una audiencia en el palacio de Hamptoncourt ante los recientemente desposados, tras la que el rey le ofreció una plaza de Canónigo en Westminster.
Cordero había conseguido el aprecio del obispo de Winchester, del canciller Gardiner y de importantes cortesanos de Felipe, como el Conde de Feria, el Conde de Olivares, el Duque de Alba, del que fue secretario, el Conde de Fuensalida y Pedro de Castro, capellán mayor del rey, entre otros. Incluso los Condes de Olivares y de Fuensalida llegaron a proponerle encargarse de la educación de sus hijos. Ingresó en la Corte Real a su vuelta a España (1560-1563), donde el rey le encargó algunas traducciones antes de su vuelta a Valencia.
Pero, pese a la protección real del erasmismo neerlandés, el poder escolástico miraba las nuevas tendencias críticas filológicas con fuertes sospechas. En aquella época de fuerte antisemitismo, la Inquisición tendía a acusar de judaizante a los escrituristas que se apoyaban en la erudición rabínica.
Si los fieles hubieran llegado a comprender la dificultad de una traducción «literal» del hebreo, debido a la ausencia de vocales y a que una misma palabra puede sugerir diferentes significados, hubiera quedado totalmente socavada la autoridad de la Vulgata.
[115] Los siete libros de Flauio Iosepho Los quales contienen las guerras de los Iudios, y la destrucion de Hierusalem y d'el Templo: traduzidos agora nueuamente según la verdad de la historia Por Iuan Martin Cordero y dirigidos a la S. C. y R. M. dél Rey don Felipe, por la gracia de Dios Rey de España, &c. nuestro Señor. En Anvers, En casa de Martin Nuncio, à la enseña de las dos Cigueñas. M.D.LVII. Con privilegio Real. Sobre el erasmismo de Cordero ver J. L. Gonzalo, Erasmismo, págs. 732 y 754-756. Nuncio, el principal y más rentable impresor en castellano de Amberes, editó también el ya estudiado Felicissimo viaje de otro celebre erasmista, el cronista real Calvete de Estrella, destinadas sobre todo al mercado más rentable y directo: el séquito español de don Felipe.
Yosef ben Mattitiahou ha-Cohen, llamado por los romanos Titus Flavius Iosephus, nació en Jerusalén el año 37 d.C., y murió en Roma el año 97. Pertenecía a una ilustre familia sacerdotal judía y, tras una vida inestable, se incorporó a los fariseos. Estaba en Judea el año 66 cuando la gran sublevación y, tal vez a su pesar, tomó partido por los romanos.
Como historiador escribió varias obras, destacando las Antigüedades judías y los Siete libros de La Guerra de los judíos, donde describe el Templo de Herodes y su destrucción por las tropas romanas. No es objetivo, sino más bien tendencioso, y hoy lo señalaríamos como propagandístico. Eusebio de Cesarea, que convirtió a Josefo en autoridad y fundamento para la identidad histórica cristiana, las mencionó y recogió en su Historia eclesiástica.
Su importancia en el cristianismo histórico se debe a que es el único historiador de la época que menciona a Jesucristo. En la primera, citaba a Santiago como «el hermano de Jesús, llamado el Cristo» (Antiq. XVIII.63-64), y en la otra, la más dudosa, decía que «Jesús fue un hombre sabio, porque realizó obras extraordinarias [...] apareció resucitado, como lo anunciaran los divinos profetas» (ibídem, XX.200). En todo caso las dudas sobre si el llamado «Testimonium Flavianum» es una interpolación de los copistas medievales son recientes, porque hasta el siglo XVII nadie dudó que fueran auténticas.
Josefo era de religión judía, y escribió en arameo, aunque luego, probablemente con ayuda, tradujo sus obras al griego. Éstas son las versiones que nos han llegado, sin duda pasadas por el tamiz de la dura censura romana [116]. Dado el afán coleccionista de Felipe II y su interés por este libro (como vimos antes, las Antigüedades y las Guerras de los Judíos ya formaban parte de la primera partida de libros que compraron sus maestros el 20 de marzo de 1540 para el entonces príncipe), no es casualidad el que, aparte de algunas ediciones impresas en griego, latín y castellano, de los tres manuscritos griegos de las Guerras de los judíos de Josefo que se conservan en la actualidad en España dos de ellos estén en la biblioteca del Monasterio [117].
[117] Son el Escurialensis gr. 462 (sig. esc. f.I.14), y el Escurialensis gr. 307 (sig. esc. Y.III.7), del s. XII y 1542 (Venecia ), respectivamente, siendo este último la única edición completa. El otro es el Caesaraugustanus nº 253 de la biblioteca del Pilar de Zaragoza, del siglo XV. Existen, además, ediciones impresas en latín desde 1470 (reproducida en Basilea, en 1524), al catalán antiguo en 1482 (impr. Nicholas Spindeler) y en griego desde 1544. En castellano destacan Los siete libros de las guerras judaicas, en su traducción de Alfonso de Palencia (Sevilla, 1492; sig. esc. LIX, 69-70), la sevillana de 1532 y la madrileña de (1549), que tuvo numerosas ediciones posteriores (en 1657 y 1791). Las Antigüedades con la Autobiografía se tradujeron en Amberes en 1554, también por Martín Nuncio. También se tradujeron las Guerras al alemán en 1531 (trad. de Gaspar Hedio, Estrasburgo), al francés en 1558 (ed. de Burgoing, Lyon) y al inglés en 1602 (T. Lodge). Cfr. F. Sen, «Bibliografía Crítica de Flavio Josefo en España».
4.7. La «Vidriera del Rey» de Gouda: Templo de Salomón y Eucaristía
De esta época es también la famosa «Vidriera del Rey», donada a la iglesia holandesa de Sint Janskerk (San Juan Bautista) de Gouda en 1557 por Felipe II, donde se retrató junto a María Tudor bajo el Templo de Salomón. Pintada entre 1557 y 1559 por el vidriero neerlandés Dirck Crabeth (Cuijk ca. 1500-74 Gouda), es probablemente la más importante representación de Felipe de Habsburgo como rey de Inglaterra [118].
La vidriera incluye en su parte superior una Consagración del Templo de Salomón y en su parte intermedia una Última Cena, donde aparecen María Tudor y su esposo Felipe. La significación de la vidriera alude a la presencia real de Dios en las Iglesias y la instauración de la Eucaristía por parte de Jesucristo. Recordemos que la Iglesia de Roma y los protestantes diferían al entender la Eucaristía como un acto de transubstantación (el pan y el vino se convertían en auténticos Cuerpo y Sangre de Cristo) o un acto simbólico [119].
Las leyendas de la vidriera son muy sutiles y significativas, típicas de la religiosidad humanista de los Países Bajos. Las de encima del Templo están extraídas de la descripción bíblica de la Consagración del Templo por Salomón [120]:
«He oído tu oración» («Audivi oratione[m] tua(m)» 2 Cron 7:12, respuesta de Dios a Salomón; en las cintas entre las nubes y los ángeles).
«Y si tú andas en mi presencia como anduvo tu padre, yo afirmaré el trono de tu reino eterno» («Et si a(m)bulaveris cora(m) me sicut a(m)bulavit (David) pater tuus, pona(m) thronum regni tui in sepiternu[m]» 2 Cron 7:17-18, interesante y significativa alusión a la continuación de la labor a favor de la verdadera religión de Carlos V; situada junto a la anterior).
«Escucha a cualquiera que rece en ese lugar» («Quicunque oraverit in loco isto exaudi eum» 2 Cron 6:21, oración por el pueblo; sobre Salomón).
«Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia» («Laudate (confitemini) D(omin)um quonia(m) bonus, quonia(m) i(n) s(ae)c(u)1(u)m misericordia eius» 2 Cron 7:3 y Salm 118:1, dedicación del Templo; sobre los israelitas).
«Mirad, he aquí a Salomón» («Ecce Salomo heic», en la plataforma del Templo; bajo Salomón).
Referida a esta última frase, aparece en la Última Cena su correspondiente paráfrasis neotestamentaria, así como referencias al apóstol Felipe:
«Mirad, he aquí al que es más que Salomón» («Ecce plus quam Salomon heic», Mt 12:42). Esta frase, que hace alusión al mismo Jesucristo, se sitúa en la zona de la vidriera en que aparece Felipe [121]. En realidad no alude a que Felipe II sea «más que Salomón», sino a que el Antiguo Testamento se ve superado por la nueva alianza de Cristo con los hombres, que como veremos son el verdadero Templo de Dios.
«El traidor está saliendo de la habitación» («Exit aula proditor»). Este enigmático mensaje aparece junto a Judas, probablemente como aviso a los enemigos de Felipe II.
«Señor muéstranos al padre y nos bastará / Felipe, el que me ha visto, ha visto al padre» («D(omi)ne ostede nobis patre(m) et sufficit nobis / Philippe, qui videt me, videt et patrem», Jn 14:9). La mención explícita del nombre del Apóstol homónimo del rey es claramente otra alusión a Felipe II. Este santo aparece también en vidrieras semejantes en Gante y Amberes [122].
[119] La doctrina de la adoración de la Sagrada Forma se definió en la sesión XIII de Trento de 1551, completándose en la sesión XXII de 1562. Su carácter antirreformista es inequívoco: para «desmentir los errores» se añadieron las «herejías que se han de evitar»: «Si alguno dijere, que en el santo sacramento de la Eucaristía no se debe adorar a Cristo, hijo unigénito de Dios, con el culto de latría, ni aun con el externo; y que por lo mismo, ni se debe venerar con peculiar y festiva celebridad; ni ser conducido solemnemente en procesiones, según el loable y universal rito y costumbre de la santa Iglesia; o que no se debe exponer públicamente al pueblo para que le adore, y que los que le adoran son idólatras; sea excomulgado» (canon VI, Concilio de Trento. Algo similar ocurría con las ceremonias de consagración de los templos, que Lutero consideraba simples alegorías.
[120] W. de Groot, Seventh window. La leyenda de la parte inferior de la vidriera reza: «ILLVSSTRISSIMVS PHILIPPVS D(IVI). CAROLI. V. INVICTISSIMI / CAESA(RIS). AVG(VSTI) FILIVS. DEI OPT(IMI). MAX(IMI) GRA(TIA). HISPANIAE ANGLIAE, FRA(N)CIAE / VTRIVSQUE SICILIAE &c REX, ARCHIDVX AVST(RIAE), DVX BVRGV(N)DIAE I BRABAN(TIAE) GELRIAE &c COMES FLA(N)D(RIAE) HAN(NONIAE). HOLLA(N)DIAE ZELA(NDIAE) &c AC D(OMI)N(V)S / PHRISIAE ETC. P(ATER). P(ATRIAE) CLEMENTISSIMVS RELIGIOSISSIMVS. PRINCEPS. / AEDIS HVIVS DECORANDAE ERGO DONAVIT. CVIVS TRONVS. / TANQVAM SOL TOT(UM) COMPTENS ORBEM STET IN SEMPITERNVM. / SERVATORIS CHRISTI D(OMI)NI AN(N)O 1557».
[121] Fray Alonso de Cabrera (Sermón, pág. 701) lo uso también en el funeral de Felipe II: «Salomón, aquel celebratissimo Rey, con quien lo comparo, y aun con un Plvs Ultra, diciendo "Ecce Plus quan Salomon hic"».
[122] J. L. Gonzalo (Aprendizaje cortesano, págs. 220-226) destacó el papel que el Apóstol Felipe tuvo en el entonces príncipe. Los Reyes Católicos tuvieron una especial devoción por San Juan Evangelista (del que tomaron el águila para su escudo y su nombre para dos de sus hijos, el primogénito Juan y Juana la Loca) y Carlos V por San Matías (en cuya onomástica nació Felipe, venció en la batalla de Pavía, y tuvo su doble coronación en Bolonia). Felipe recibió el Toisón de Oro el 1 de mayo de 1533, día de San Felipe; el mismo día de 1536 sanó de la viruela y otra vez en 1539 el santo pudo interceder por el alma de la Emperatriz Isabel en el día de su muerte. Dos días antes había muerto en Lisboa el príncipe Felipe de Portugal, primo de Felipe II. El 1 de mayo de 1540 encargó a Diego de Arroyo un Oficio de San Felipe junto a cuatro retratos de la Emperatriz. Felipe cambió la fiesta de su cumpleaños del día 21 al 1 de mayo a partir de su viaje a los Países Bajos y fundó y protegió monasterios como el de San Felipe de la Penitencia en Valladolid (1544) y el de San Felipe el Real en Madrid (1546). La presencia del Apóstol más querido por Cristo tras el rey en las vidrieras de Amberes, Gouda y Gante subraya su relación devota y protectora con el Santo.
Felipe II donó al menos otra vidriera con su imagen junto a María Tudor para el piso superior del ábside de la actual catedral de Amberes, donde el rey aparece otra vez con su apóstol detrás, y que fue realizada por Cornelis van Dale entre 1556 y 1557. También hubo otra con Isabel de Valois en la iglesia de San Bavón en Gante (de la que se conserva un dibujo) y es probable que existieran otras en Bruselas, Delft, Brujas, La Haya, Harderwijk o Gorkum que no pudieron sobrevivir a la furia de los iconoclastas neerlandeses.
No es la única representación de Salomón en la iglesia de Sint Janskerk. A la izquierda de la Vidriera del Rey, sólo a dos ventanas, puede contemplarse «El rey Salomón recibe a la Reina de Saba» (1559-61), realizada por el hermano de Dirck, Wouter Crabeth. Tras la reina, sus damas de compañía se arrodillan ante Salomón, con barba lampiña y corona sobre el laurel, que está rodeado de sus consejeros y soldados. El trono incluye los famosos leones dorados. Fue donada por Elburga van Boetzelaer, abadesa de Rijnsburg, que aparece arrodillada bajo la escena.